Entrevista en radio La Voz 90.1

Gerardo Antonio Fernández, presidente de la Confederación de Pymes Constructoras de la República Argentina, en diálogo con RADIO LA VOZ, analizó la situación de la eliminación de casi 2 millones de empleos en el sector de la obra.

Fernández señaló que “eso sería la consecuencia indirecta; hoy el DNIT, que es la entidad que releva los puestos de trabajo veníamos de una máxima hace tres meses de 480 mil directos y ya estamos en 425 mil a principios de este mes. Se calcula que por cada puesto de trabajo director relevado DNIT hay entre cuatro a cinco puestos indirectos, prestadores de servicios, corraloneros; todos los rubros colaterales se ven indirectamente afectados”.

Ante el anuncio de la eliminación de la obra pública por parte del Presidente Javier Milei, Fernándezs consideró que “hay que tomarlos como tales; una cosa es lo que se intenta expresar ante la población, que entendemos es un formato lingüístico donde se intenta hacer entender de que hay una problemática y ya todos la hemos entendido; y otra cosa es transformar esos dichos en los hechos”. Agregó que si estos “se transforman en acciones concretas el futuro se ve muy nocivo y las consecuencias podrían ser no mensurables en este momento porque la contención social que significa la industria de la construcción en el interior del país es enorme”.

Comentó que debe tomarse en consideración que “la industria de la construcción es una de las pocas que toma mano de obra no calificada muy rápidamente, y ya que tenemos un Gobierno que nos hace gala del conocimiento de lo que pasa en el mundo, indiquemos respetuosamente lo que pasa en él: los países de economía del primer mundo civilizadas la inversión pública es sustancial y determinando en el desarrollo de la micro y macro economía de ese país para llevar civilización”.

Señaló que la inversión en obras públicas en el sector de la construcción “se mide por puntos del PBI. En un buen Gobierno puede rondar entre 8 y 12 puntos del PBI inversión; ha habido Gobiernos donde la inversión pública ha sido del 2 – 3%; pero una media razonable en un mundo civilizado ronda entre el 8 al 10% de inversión pública del PBI. Nosotros lamentablemente en los últimos presupuestos hemos tenido una incidencia del 2 – 3%, que ya venía muy baja; si para colmo eso desaparece, sería catastrófico. No alcanzaría con solamente eliminar la obra pública”.

Explicó que hay que entender que “no es un gasto, es una inversión”; y que “la contención social que significa es importantísima y es una de las herramientas que tiene este y cualquier Gobierno de cualquier signo político sobre la mesa de las decisiones para transformar los planes sociales en trabajo digno y registrado. La industria de la construcción no requiere grandes conocimiento ni certificado de buena conducta; requiere ánimo, voluntad de trabajar, una obra en marcha, se toma la gente y se le enseña rápidamente el oficio y eso se transforma en un gran contenedor y derramador social de la economía muy rápido”.

“El salario del obrero de la construcción es relativamente bajo y eso hace que el 100% se consuma en bienes y servicios en forma inmediata; en segundo lugar, donde hay una obra, hay civilización, porque probablemente se va a hacer una escuela al interior de una provincia, llevar una red de agua, de cloaca; cuando no hay gente preparada se lleva de otro lugar de la provincia o el país, pero si hay alguien que quiere aprender el personal calificado le puede enseñar y está derramando conocimiento”, consideró. “A donde va una construcción de una escuela en una zona de frontera no se está llevando sólo educación; sino Patria y civilización”.

Ante la cuestión de que las obras serían realizadas solo por privados, indicó que “se plantea que el privado consiga créditos y haga obras para vendérselas –sin determinar a quién ni cuándo-, pero nadie construye en pro de no tener un cliente o mercado a quien poder colocarlo”, analizó Fernández, agregó que: “Hoy no están dadas las condiciones macro porque no hay acceso al crédito”; y que también “las empresas vienen de años de descapitalización porque están cobrando fuera de término y con sistemas de redeterminación de precios que no están reflejando los verdaderos valores de mercado y eso está significando una creciente descapitalización”.

De este modo, “pensar en una empresa que sin capital que pueda respaldar un crédito, va a ir a tomarlo, que no hay, para ir a hacer una obra, que no hay quién la compre, es una utopía, es desconocer la realidad”.

Consultado sobre el clima social del momento, Fernández destacó que es de “absoluta incertidumbre, y lamentablemente se está transformando en crónica y el temor es que esté pasando lo del cuento del sapo: nos estamos calentando de a poquito, esperando, esperando y esperando y las cosas no se modifican. Hemos tenido un año muy malo, pero siempre esperando, porque primero empezó allá por febrero – marzo 2023 las primarias de los municipios, después las elecciones municipales, primarias provinciales, elecciones provinciales, primarias nacionales y así nos hemos debatido prácticamente un año de elección en elección esperando que la próxima se arreglen, y siguen sin arreglarse y está significando un impacto negativo en el sector”.

Como solución, desde Confederación de Pymes Constructoras de la República Argentina, consideraron que la primera “es el diálogo, llevamos 15 días de gobierno, hemos pedido las audiencias pertinentes y hasta el momento no hemos recibido las contestaciones de rigor”. También, “el cumplimiento irrestricto de los contratos, ergo el cumplimiento de la palabra del Presidente Milei; que todos aquellos contratos que estén vigentes sean cumplidos en tiempo y forma, esto va a dar un plazo de tiempo mientras se van reprogramando esas cuervas, esos trabajos acorde al dinero que posea el Estado para poder ir imaginando el futuro”; además señaló Fernández: “El dinero está, lo que hay que ver es dónde se invierte, ¿en asistencia social sin retorno, o en obra pública para que pueda tomar a ese plan social y dar trabajo registrado?”.

Fernández reflexionó que al recorrer el país su principal riqueza está “en su gente y la capacidad de trabajo honesta que tiene. Esto nos da esperanzas, y esperemos equivocarnos de buena fe en cualquier diagnóstico, porque sino el horizonte en el cortísimo plazo sería extremadamente negativo”.

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